Es cierto que hay muchos chamanes, brujos, charlatanes entre otros personajes deleznables sueltos por el mundo. Claro que hay muchos individuos bien intencionados que actúan desde sus creencias y con sinceridad, pero lo cierto es que la mayoría es una caterva de estafadores pseudoiniciados en pseudotécnicas pseudomilenarias que buscan de una u otra forma quitar dinero a la gente con promesas sobre sanar el karma, a tus antepasados, a otras generaciones y a toda la prole. Platón ya advertía contra estos aprovechadores del dolor ajeno (República 364a)

No es sobre esto de lo que quiero hablar, de hecho esto da para largo lo voy a hacer en otra ocasión. Más bien, quiero hablar de las propiedades ensalmadoras de la palabra del filósofo. Un ensalmo es conjunto de oraciones y prácticas curativas que se realizan en algunas culturas para sanar a los enfermos. La idea del ensalmo es metafórica, busca mostrar que la filosofía o mejor dicho el diálogo filosófico tiene ciertas propiedades benéficas para el alma.

En el diálogo Cármides Platón retrata un Sócrates que se acerca al gimnasio de Taurea para poder conversar mientras ve ejercitar a los jóvenes. En dicho diálogo Sócrates habla con un joven llamado Cármides el cual sufre de frecuentes dolores de cabeza, a lo cual el filósofo dice haber aprendido de un sacerdote de Zalmoxis una forma de quitar el dolor:

«El remedio era una especie de hierba, a la que se le añadía un cierto ensalmo que, si, en verdad, alguno lo conjuraba cuando hacía uso de ella, le ponía sano complémentamete, pero que, sin este ensalmo, en nada aprovechaba la hierba» (Cármides 156e)

El sanación completa dependía del ensalmo, es decir, de lo que Platón llama «los bellos discursos», los discursos filosóficos. Ahora bien, mientras la hierba trataba el cuerpo, el ensalmo trataba el alma. Pero así como la hierba se entrega al cuerpo el alma se entrega al ensalmo (Cármides 157b). Porque del «alma es donde arrancan todos los males por esta razón lo primero que hay que cuidar al máximo es el alma si se quiere tener bien la cabeza y todo el cuerpo» (Cármides 157a).

Sócrates aventura que hay una necesidad imperiosa de que el individuo entregue el alma para que el filósofo recite los ensalmos que la curarán. En el diálogo dolor de cabeza sufrido por Cármides es una metáfora interesante para hablar de problemas, preocupaciones, inquietudes, y situaciones que de alguna forma hacen que el alma esté intranquila. Está claro que Platón está jugando otra vez con la ironía propia de sus diálogos escondiendo lo que quiere decir. El ensalmo, la palabra del filósofo «conjura el alma» y «sana» el «dolor de cabeza», en otras palabra en el diálogo filosófico se aborda aquello que preocupa, que es problemático, lo que causa perplejidad para que el problema se alivie.

Wittgenstein también vio en la filosofía una forma de acercamiento a los problemas: «La filosofía es una lucha contra el embrujo de nuestro entendimiento por medio de nuestro lenguaje», para el filósofo austríaco los problemas filosóficos no son propiamente problemas sino más bien «chichones», o como ya dijimos dolores de cabeza: «Un problema filosófico tiene la forma: «No sé salir del atolladero»» (Investigaciones parágrafo 123)

Ahora bien, muchos de estos dolores de cabeza  son el producto de los chichones nos hacemos por chocarnos con las paredes del atolladero en el cual nos encontramos, las paredes o límites del lenguaje, que no son otra cosa que «los límites de nuestro mundo». Wittgenstein sostiene que hay diversas formas de abordar para resolver  los problemas filosóficos: «No hay un único método en filosofía, pero por cierto método, en cierto modo diferentes terapias» (Investigaciones 133), en este aspecto «el filósofo trata los problemas filosóficos como una enfermedad» (Investigaciones 255 y 593).

Ahora bien, ¿Cómo se curan las enfermedades filosóficas? En principio hay que tener claro cómo se producen. Las causas pueden ser diversas pero por ejemplo Wittgenstein habla de la «dieta unilateral, uno nutre su pensamiento sólo de un tipo de ejemplos» (Investigaciones 593). La dieta unilateral podríamos decir que es el pensamiento único, pensar solo de cierta forma y no ver otras formas de pensar. También puede ser una forma de pensar recurrente, constante, un pensamiento que aparece sin permiso y sin desearlo, provocando cierto malestar. La dieta unilateral puede ser creencias que hemos aceptado sin revisión y son las únicas que consideramos válidas. Como para el filósofo las enfermedades filosóficas están asociadas a cómo formulamos en el lenguaje el problema la forma de resolverlo requiere penetrar en el lenguaje: «Éstos no son ciertamente empíricos, sino que se resuelven mediante una cala en el funcionamiento de nuestro lenguaje» (Investigaciones 109). Pero repetimos esta es solo una forma porque él mismo reconoce que hay métodos y no un método único.

En definitiva los problemas nos hechizan o embrujan, la filosofía lucha para romper el embrujo, pero también hechiza. En otras palabras la filosofía es un embrujo que desembruja.

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